Capítulo 5
Entré a mi despacho con ganas de vomitar. Azurmendi iba a
sufrir bastante después de lo que iban a hacer con él. Llamé a la mujer más
bonita del mundo y le dije que no sabía nada de su marido. Dimití del caso y le
recomendé que llamara a la policía y contara lo de la desaparición del
empresario. Le dije que le devolvería el dinero adelantado y le pedí su número
de cuenta.
No tenía ganas de enfrentarme. Perdí una pasta, perdí un
cliente, perdí un posible polvo con la mujer más guapa del mundo. Decidí acabar
la noche en compañía de los fulanos y fulanas más rastreros de la ciudad. Estos
todavía tienen formas.
FIN
(Aquí acaba este relato. Espero que os haya gustado)
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